4, 8, 11 y 12 de noviembre de 2020
Evento
Organiza: Departamento de Numismática y Medallística y Departamento de Comunicación. Museo Arqueológico Nacional
Las monedas son una importante fuente de información sobre la biodiversidad en el Mediterráneo antiguo, incluyendo plantas hoy desaparecidas, precisamente, por su sobreexplotación económica. Algunas de ellas alcanzaron el estatus de símbolo estatal, por su importancia para la economía del territorio o por su presencia en mitos relacionados con la identidad cultural.
Con motivo de la Semana de la Ciencia y la Innovación el Departamento de Numismática y Medallística y el Departamento de Comunicación del Museo han elaborado unos contenidos específicos para el público de nuestras redes sociales donde se analizarán algunos ejemplos relacionados con este tema (Facebook, Instagram, Twitter: 4, 8 y 11 de noviembre). Además, cualquier persona interesada podrá consultar estos contenidos en una versión ampliada en esta misma web a partir del día 12 de noviembre.
Didracma de CireneSalto de línea Inventario: 2015/36/4Salto de línea Plata, hacia 308-277 a.C.
Hoy sólo es un lejano recuerdo en las fuentes clásicas y una pequeña imagen en las monedas de la próspera ciudad que se enriqueció gracias a esta planta: Cirene, la colonia griega más importante de la costa noreste de Libia. Sobreexplotado hasta la aniquilación, el silfio tuvo tal relevancia que desde finales del siglo VI a.C. quedó inmortalizado en la herramienta económica y política por excelencia de la ciudad, la moneda.
Parece que pertenecía al género Ferula y que, aunque había plantas parecidas en otros lugares, sólo la que crecía silvestre en la estrecha franja costera de Cirenaica tenía las mejores propiedades. El silfio, en griego, o laserpicio, en latín, fue un valorado producto de lujo usado por griegos y romanos en la cocina y la medicina: como condimento, manjar, forraje para engorde de ganado (porque la carne adquiría mejor sabor), medicamento de múltiples aplicaciones e incluso como anticonceptivo.
Las monedas proporcionan la única imagen conocida del silfio, aunque hay un famoso vaso de figuras negras, la “copa de Arcesilao”, conservada en la Biblioteca Nacional de Francia , que representa a un personaje, identificado como el rey Arcesilao II de Cirene (560-550 a.C.), vigilando el pesaje de unos fardos que probablemente contienen la preciada planta.
Su exportación masiva convirtió a Cirene en una ciudad rica, pero acabó provocando su extinción, en un ejemplo perfecto de una explotación no sostenible. A mediados del siglo I d.C. era ya prácticamente imposible de encontrar. Aunque sólo cien años antes el erario romano atesoraba reservas de silfio junto al oro y la plata, Plinio cuenta en su Historia Natural (XIX, 15) cómo la única planta hallada en mucho tiempo fue enviada al emperador Nerón como una curiosidad. Hoy pervive en las monedas, acompañando al dios tutelar de Cirene, Zeus Amón.
Estátero de MetapontoSalto de línea Inventario: XXII-122-1-2Salto de línea Plata, hacia 525-476 a.C.
La espiga de la ciudad griega de Metaponto identificó durante largo tiempo sus monedas, desde que comenzara a acuñar a finales del siglo VI a.C. Como muchos otros Estados desde la Antigüedad a nuestros días, las emisiones monetarias han servido para publicitar sus fuentes de riqueza, casi como tarjetas de visita que definen su posición en el mundo. No podía faltar la agricultura.
Metaponto, situada en el golfo de Tarento, el puente de la “bota” de Italia, explotaba una llanura muy fértil que producía riquísimas cosechas. Los análisis arqueobotánicos realizados sobre semillas halladas en excavación han identificado olivos, higueras, vides, alfalfa, trigo y leguminosas, entre otros. La espiga que exhibe orgullosa en sus monedas parece ser de cebada (Hordeum vulgare), el cereal que, junto con el trigo, más consumían las gentes del mundo mediterráneo.
Hoy la cebada evoca inmediatamente la fabricación de cerveza, pero en la Antigüedad era un alimento básico, más barato que el trigo e indispensable para las clases medias y bajas, cuya escasez provocaba hambrunas y revueltas sociales. Para evitarlas, los Estados podían intervenir los precios o aprovisionar periódicamente a la población con distribuciones de grano. Así lo hacía Roma, en actos públicos que aparecen representados en las monedas como parte de la propaganda política y la difusión de la imagen del buen emperador, como en los sestercios acuñados por Nerón en Lugdunum (Lyon, Francia) en 66 d.C.
La espiga de Metaponto es, además, una pequeña obra de arte. Los artistas de la Magna Grecia eran famosos por su maestría, pero ésta se ve potenciada por la técnica elegida, la acuñación incusa. Característica de esta región, imprime en el reverso la misma imagen del anverso pero en hueco, simulando una lámina repujada de gran fuerza visual. Parecen iguales pero, observando con atención, se aprecian las diferencias entre las dos caras.
Sestercio de NerónSalto de línea Inventario: 2013/59/262Salto de línea Bronce, Lugdunum (actual Lyon, Francia), 66 d.C.
Tetradracma de RodasSalto de línea Inventario: 1871/58/88Salto de línea Plata, siglos III-II a.C.
Una flor une dos lejanas tierras, en extremos opuestos del Mediterráneo: Rodas, una isla junto a la costa suroeste de la actual Turquía, famosa por el célebre Coloso, y la ciudad de Rhode, una pequeña colonia griega en el noreste de la península ibérica. Tan apreciada aún hoy día, la rosa ocupa un lugar importante en la historia del perfume, la medicina y los ritos religiosos del mundo antiguo.
Sin embargo, Rodas y Rhode eligieron esta flor como emblema de sus monedas no por su importancia comercial, sino como “símbolo parlante”. Rosa, en griego, es “ródon”, de modo que tanto la palabra como la imagen de la flor evocaban el nombre de ambas ciudades. Es un juego relativamente frecuente, no sólo en la Antigüedad: un león, por ejemplo, representa a la ciudad griega de Leontini, en Sicilia, pero también al hispánico reino de León.
La rosa de Rodas es una representación tradicional, de perfil, pero la de Rhode es una creación muy peculiar. En este ejemplar está vista desde abajo: se aprecia el tallo central, cuatro sépalos y cuatro pétalos, en los que se dibuja un círculo interior para simular la curvatura de la flor. En emisiones posteriores el punto de vista cambiará y se representará desde arriba, en perspectiva cenital.
La similitud de los dos nombres llamó ya la atención de sus contemporáneos. Una leyenda recogida por el geógrafo Estrabón la explicaba atribuyendo la fundación de Rhode a colonos de Rodas, aunque lo más probable es que fuera un establecimiento de griegos de la cercana Massalia (Marsella, Francia).
La colonia griega de Rhode es hoy, precisamente, el municipio de Rosas, en Gerona. No sólo el nombre se ha mantenido a lo largo de los siglos, sino que también su escudo sigue usando este antiguo símbolo.
Dracma de RhodeSalto de línea Inventario: 1993/67/52Salto de línea Plata, principios del siglo III a.C.