Martes, 4 de marzo. Salón de actos, 18:00. Asistencia libre y gratuita
Conferencias y cursos
Jesús F. Jordá Pardo (UNED) y Esteban Álvarez Fernández (Universidad de Salamanca)
La cueva de El Cierro fue descubierta para la ciencia en 1958 por Francisco Jordá Cerdá, quien excavó en su sala principal en 1959 y, posteriormente, entre 1976 y 1979 junto con Alejandro Gómez Fuentes, identificando niveles solutrenses y magdalenienses. Entre 2014 y la actualidad un equipo liderado desde la UNED (proyecto CantabricOIS2) y la USAL (proyectos COASTTRAN y PaleontheMove) está realizando nuevas investigaciones en su yacimiento, que posee uno de los registros más importantes de la Prehistoria del suroeste de Europa y de la región cantábrica. La secuencia de la sala principal arranca con ocupaciones de finales del Paleolítico medio, seguidas por otras del Auriñacience con raspadores sobre lascas espesas. Siguen niveles del Gravetiense, pobres en materiales, y del Solutrense con piezas con retoque plano-cubriente. Las ocupaciones del Magdaleniense inferior, donde se recuperó una escápula decorada, ofrecen núcleos de pequeño tamaño destinados a la extracción de laminitas y una industria ósea muy abundante y representativa. Los niveles que coronan la secuencia se adscriben al Aziliense y al Mesolítico y constituyen verdaderos concheros formados por acumulaciones de restos faunísticos concrecionados (moluscos, erizos de mar, vertebrados, etc.) con industria lítica. En otros puntos de la cueva se han documentado restos de concheros adheridos a las paredes y ocupaciones mesolíticas al aire libre con picos asturienses, además de restos cerámicos de la Edad del Hierro y un depósito de monedas romanas. En la reciente intervención arqueológica en la sala de la Natividad, primera tras la principal, bajo un espeleotema, se han identificado ocupaciones magdalenienses y solutrenses. Toda la secuencia se encuentra bien situada en su contexto cronológico del Pleistoceno superior y Holoceno con una treintena de dataciones radiocarbónicas.