“La función del diseño es dejar que el diseño funcione” (M. Commeren)
Este conjunto de objetos, una espada, dos lanzas y un cuchillo de hierro, apareció colocado dentro de una misma vaina, que disponía de varillas-pasadores y anillas móviles laterales que permitían transportarla ladeada sobre un costado, colgando de un tahalí.
Este equipamiento era parte del ajuar funerario de un guerrero que se encontró en una tumba de la necrópolis del Val (Alpanseque, Soria) fechada entre los siglos V-IV a.C. Estas armas ofensivas, y otras defensivas (escudo y restos de un casco) y un bocado de caballo hallados también en esa tumba, indican que pertenecieron a un jinete guerrero que probablemente formaba parte de la élite social celtíbera.
Las armas de los celtíberos y su técnica metalúrgica fueron muy alabadas por los autores clásicos. De hecho, Roma adoptó o imitó muchas de ellas. Este conjunto es el primer diseño de un equipo portátil que permitía la fácil agrupación y traslado de las armas de un lugar a otro. No hay duda de que los celtíberos quisieron hacerse la vida más fácil y buscaron soluciones que resultaron prácticas y cómodas sobre la base de los elementos que conforman un buen diseño para resolver un problema: economía de medios, tiempo, esfuerzo y espacio. Sorprende reconocer la esencia de un concepto considerado tan actual en un equipo de guerrero de hace tanto tiempo… Y es que el valor del diseño, más allá de los avances tecnológicos, reside en la idea.
En esta ocasión, surge lo que podríamos llamar el primer “equipamiento en formato para llevar” que, actualmente y con el ritmo frenético y de continuo movimiento que rige nuestras vidas, resulta de gran utilidad, como sucede con los llamados “kit de costura” o costureros de viaje.