La doncella representada en uno de los relieves del monumento ibérico denominado Conjunto A de Osuna (Sevilla) y fechado entre los siglos III y II a.C., tañe un instrumento de viento de dos tubos, el aulós, que podían ser de caña, madera o hueso con sus respectivas dobles lengüetas de hueso o marfil. Su especial sonido, similar al oboe actual, era óptimo para utilizarlo en contextos públicos ceremoniales. Fue un instrumento esencial todo en el ámbito mediterráneo y el favorito de las mujeres iberas, frente a la tuba, preferentemente tocada por varones. Esta tañedora de aulós, por ello denominada auletris, aparece acompañada de otros jóvenes. Posiblemente están participando en rituales funerarios con exhibición de combates, procesiones y presentación de ofrendas. Es un ejemplo del papel de las mujeres en la sociedad ibérica y su participación en actividades fuera del ámbito doméstico, como ceremonias y rituales.
Desde la más remota Antigüedad, la música fue un medio de comunicación entre el ser humano y los dioses, es decir, entre el mundo real y el más allá. Todos estos ritos se realizaban al son de la música, considerada un componente más en estas ceremonias y seguramente también vinculada a cantilaciones, frases apenas entonadas.