En este monumento funerario ibérico de Pozo Moro (Albacete), fechado en el siglo VI a.C., destaca una curiosa representación en su cara norte. No es estrictamente musical, sino que simboliza el propio sonido. Un héroe transporta un gran árbol, cuyas ramas pinchan otros personajes, de tamaño mucho menor. De las fauces de un felino se aprecia claramente cómo emergen unas líneas, a modo de rayos, con las que, tal vez, se pretendió representar gráficamente el sonido de un rugido. La escena, que estaría enmarcada por otro felino en disposición similar, mostraría la dificultad que históricamente ha existido para plasmar iconográficamente el sonido cuando no mediaban instrumentos musicales. De ahí deriva la imposibilidad de representar de manera unívoca el canto en muchos períodos históricos, a pesar de que fue la manifestación musical por excelencia prácticamente hasta la Edad Moderna.