Tras la derrota de Atenas en las Guerras del Peloponeso y la invasión macedónica, los centros alfareros más activos durante el siglo IV ya no estarán en Grecia, sino en las colonias griegas del sur de Italia y Sicilia. Estos talleres se convertirán en grandes centros artísticos, difusores e impulsores del desarrollo de las nuevas tendencias estéticas e ideas características del mundo helenístico. Su actividad estuvo fundamentalmente destinada al ritual funerario, una variada y fecunda producción de cerámica de figuras rojas caracterizada por el barroquismo en sus decoraciones y por sus composiciones monumentales.
El principal centro productor de cerámica de figuras rojas de Lucania fue Metaponto. Algunos de sus primeros artistas, como el Pintor de Pisticci, fueron seguramente emigrantes atenienses. Pronto, sin embargo, el estilo lucano adquirió una fuerte personalidad propia en el tratamiento de las figuras y de los temas.
El desarrollo de la producción en Apulia está ligado a la prosperidad de Tarento, ciudad hegemónica en esta región, y a la demanda indígena, para quien los vasos apulios son bienes de prestigio y signos de una cultura aristocrática helenizada, asimilada y utilizada por la élite social en sus ricas tumbas. Apulia desarrolló a lo largo de la segunda mitad del siglo IV a.C. el llamado “estilo adornado”. Su temática es fundamentalmente mitológica o funeraria, ligada con la popularidad que en esta región alcanzaron las religiones mistéricas y salvíficas que ofrecían la esperanza de una vida beatífica más allá de la muerte. Es característica su predilección por las formas monumentales, como la cratera de volutas, ánforas, lutróforos, y por formas propias del mundo suritálico, como la sítula o la lecane.
En la colonia griega de Paestum floreció una importante producción cerámica bajo la influencia artística de Campania. El mejor y más importante pintor paestano fue Asteas. Uno de sus vasos, obra maestra de la pintura suritálica, la cratera de la locura de Heracles, forma parte de este conjunto. Junto a un joven colaborador, Pytón, creó un prolífico taller de donde salieron cientos de vasos, crateras de campana y lebes especialmente, con temas dionisíacos, mitológicos y femeninos.