El arte mudéjar es la última y original expresión del arte islámico andalusí, una de cuyas más importantes manifestaciones arquitectónicas es la gran mezquita de Córdoba. En ella, y como elementos sustentantes, se utilizaron arcos de herradura, típicamente islámicos; arcos de medio punto superpuestos; y arcos polilobulados entrecruzados, todos ellos con dovelas decoradas. Los capiteles tallados que soportan los arcos están profusamente ornamentados con una abigarrada decoración vegetal.
Los arcos servían para delimitar los espacios de la mezquita, compuesta por un patio delantero y, ya en el interior, una sala de oración dividida en naves por medio de columnas con arcos superpuestos. Las naves se extienden y orientan hacia el mihrab. El acceso a este espacio sagrado está enmarcado por un arco de herradura. A su vez, la maqsura, espacio reservado al califa o al imán, está delimitada por arcos polilobulados, que configuran la antesala del mihrab.
Parte de estos elementos constructivos y decorativos pasarán a la arquitectura de los reinos cristianos. De la arquitectura andalusí, lo más admirado por la nobleza cristiana fueron las techumbres de madera que mandaron construir a los artesanos mudéjares. Entre ellas, destacan los techos planos o alfarjes, compuestos por vigas transversales, listones longitudinales y, sobre unas y otros, tablas clavadas. En muchos de ellos, coexisten elementos decorativos islámicos (inscripciones en árabe) con elementos cristianos góticos (castillos).
Otras techumbres eran más complejas, por ejemplo, las octogonales con decoración superpuesta, que le dan apariencia de cúpula. Muchas de ellas se cubrían con decoración de lacería, típicamente islámica, formada por líneas que se entrecruzan y generan motivos geométricos en forma de estrellas o polígonos. Los escudos heráldicos nobiliarios serán también un elemento frecuente en estas techumbres como reafirmación de sus promotores.