“El diseño… es un estilo de vida.”(Alan Fletcher)
En la cara principal de esta cratera de campana ática de figuras rojas, está representada una escena de banquete (simposio) con tres parejas de hombres recostados en sus lechos y, en el centro, una mujer tocando la doble flauta (aulós). En la Antigua Grecia, donde fue fabricada en el siglo IV a.C., fue utilizada como recipiente para contener vino mezclado con agua en el banquete, donde beber juntos era privilegio exclusivo de los varones griegos de clase alta y un rito sagrado en honor al dios Dioniso. Su funcionalidad prima sobre otras consideraciones y es, justamente, lo que permite destacar los aspectos formales, ergonómicos y estructurales que determinan su integridad orgánica. No tiene una forma caprichosa, sino que responde a un motivo. Su cuerpo, de cavidad profunda, facilita la mezcla del vino y el agua, su boca ancha permite la extracción de la mezcla y las asas se adaptan a las manos y sirven de agarre. Con un tamaño proporcionado para el manejo humano, fue fabricada en barro para asegurar una buena temperatura y conservación del contenido. Como consecuencia de esta utilidad, sus formas curvas y orgánicas le dan un movimiento y una armonía equilibrados en torno a un eje de simetría.
Esta cratera se halló en la tumba 43 de la necrópolis ibérica de Baza (Granada), muy lejos de dónde fue creada, formando parte del ajuar funerario de tres personas cuyos huesos quemados se introdujeron en esta y en otras dos crateras áticas. Para los iberos, las crateras otorgaban prestigio personal a su poseedor. Por ello, las utilizaron como urna cineraria, una función muy distinta a la original para la que fueron pensadas. Este doble uso remite a un concepto muy actual, la “segunda vida” o reciclaje de los objetos, que adoptan una nueva función que dependerá de la propia sociedad que los reutilice y de sus modos o estilos de vida. Actualmente, existen muchos objetos a los que se da una segunda vida, como estos barriles contenedores de vino convertidos en batería de música.