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La dracma. Las primeras monedas

Sala 10, vitrina 17 Dracma de Emporion. Mediados del siglo III a.C. Plata. Pulse para ampliar Dracma de Emporion. Mediados del siglo III a.C. Plata.

En torno a 580-560 a.C., colonos griegos procedentes de la ciudad focea de Massalia (Marsella, Francia) fundaron en el golfo de Rosas la ciudad de Emporion (San Martín de Ampurias, Gerona). Fueron ellos quienes, unos cien años después, acuñaron las primeras monedas que se produjeron en la Península Ibérica.

Las monedas de Emporion, cuyo nombre significa precisamente “mercado”, son piezas de plata de estilo puramente griego, destinadas a atender las relaciones con otras ciudades del Mediterráneo, pero también al uso local y a facilitar los intercambios con los iberos del noreste.

La prosperidad económica llevó, a partir del siglo III a.C. a la acuñación de la dracma. Con su diosa rodeada de delfines, Pegaso, el caballo alado, y la leyenda en griego “de los ampuritanos”, la dracma se convirtió en un referente para su área de influencia, difundiendo el uso de la moneda entre las poblaciones indígenas cercanas, que no estaban habituadas a esta forma de dinero, e inspirando sus primeras acuñaciones.

Pervivió hasta el siglo I a.C., tan sólo con una curiosa modificación que aún no tiene una explicación unánimemente aceptada: a finales del siglo III, la cabeza de Pegaso se convierte en una figurita humana sentada que alarga los brazos para tocarse los pies.

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