Aunque usemos cada vez más tarjetas bancarias y pagos con el móvil, seguimos llevando encima esas pequeñas piececitas inventadas hace más de 2500 años. Las monedas, como los billetes (que nacieron como representaciones en papel de monedas metálicas), siguen siendo útiles para la vida cotidiana y una parte esencial de la identidad de los Estados modernos y de sus alianzas.
El euro es, desde 2002, la divisa de 19 de los 27 países miembros de la Unión Europea. Prueba material de la integración europea, la “moneda única” tuvo una larga preparación, de más de 40 años de debates.
El diseño de los billetes, con puentes, ventanas y puertas que transmiten un mensaje de apertura y cooperación, es único para toda la Unión, mientras que las monedas tienen una cara común, el mapa de Europa con el valor facial, y otra decidida por cada país. Ésta da espacio a motivos nacionales que representan desde los sistemas de gobierno y símbolos de cada Estado a hitos culturales europeos.
Observe los euros que lleva en el bolsillo. Es muy probable que sean españoles, pero también le llegarán con el cambio piezas de otros países, traídas por los viajeros. Además de las inscripciones, tipos y fecha de producción, verá una marca que registra la ciudad de acuñación: en el caso de España, una pequeña M coronada, marca de Madrid.