En esta pequeña lucerna (lámpara de aceite) del siglo I d.C. vemos representada una escena erótica, con dos personas manteniendo relaciones sexuales mientras una toca un instrumento musical llamado hydraulis, un órgano hidráulico. La iconografía erótica es bastante común en lucernas, objetos que se destinaban al ámbito privado. No tenemos certeza absoluta de lo que está representado aquí, más allá de su contenido erótico. Sin embargo, es posible que, en el contexto romano, se tratara de dos hombres teniendo sexo, ya que las representaciones homoeróticas masculinas son relativamente abundantes en Roma.
Como ya sucediera en Grecia, las prácticas sexuales entre los individuos están condicionadas al estatus y la pirámide social más que al género. La oposición hombre/mujer se enmarca dentro de otras aún más significantes y que condicionan en gran medida los comportamientos, incluidos los afectivos y sexuales, como el estatus entre libres (ingenui) y extranjeros o esclavos y dentro de la primera categoría, el lugar que se ocupa en la escala social (orden senatorial-orden ecuestre-plebe). No hay en Roma, además, un equivalente directo de las relaciones entre erómenos y erastés, es decir, ningún tipo de relación homoerótica entre ciudadanos entraba dentro de lo socialmente aceptado, y aún menos con la consideración positiva que estas relaciones tenían en Grecia.
Una vez más conviene recordar que hay una gran diferencia entre lo que contempla la norma y lo que ocurre realmente en la vida diaria. El poeta Marcial, por ejemplo, escribe muy abundantemente sobre hombres que aman a otros hombres de su misma edad, que asumen roles pasivos, o incluso se casan con otros hombres, si bien lo hace en tono despreciativo y de burla.
Siguiente QR. Planta 1, Sala 22 >