Ihé fue una sacerdotisa egipcia que murió hacia el año mil antes de Cristo. En los jeroglíficos de su sarcófago, se hace mención a su condición musical. Era una “cantora de Amón”, cargo sacerdotal desempeñado solo por mujeres, encargadas de cantar, tocar instrumentos y danzar en las ceremonias en honor del dios Amón. Gozaban de gran relevancia social. Como en muchas otras culturas antiguas, las mujeres sirvieron de mediadoras ante la divinidad, particularmente a través del canto, la forma más excelsa de arte musical que conecta con el más allá.
En el culto a las distintas divinidades, también participaron diferentes instrumentos musicales de percusión, viento y cuerda cuya existencia se conoce, sobre todo, durante el Imperio Nuevo. Destaca el arpa, instrumento muy emblemático y bien representado iconográficamente, que aparece, en general, en manos de mujeres. Este instrumento varió mucho con el paso del tiempo en tamaño, forma y número de cuerdas. En función de sus características físicas, el tañedor o tañedora, lo tocaba sentado en el suelo, de pie, o con el instrumento apoyado en el hombro.