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El concilio de Trento, un antes y un después en la historia de la mujer

Virgen abridera

Esta talla realizada hacia el año 1.600 en madera policromada y dorada, ejemplo de clara raíz medieval, participa de la estética renacentista, particularmente en el sereno rostro y el tratamiento de los cabellos de la Virgen. Se denomina Virgen abridera porque al abrir unas portezuelas disimuladas despliega diferentes escenas en miniatura. De este modo, una simple talla se convierte en un políptico, en bella metáfora de la capacidad del cuerpo femenino de contener vida y multiplicarse. En su versión con las portezuelas cerradas, éstas se disimulan en forma de pecho, vientre o brazos de la Virgen, como en este caso. Una vez abierta, esta Virgen muestra, a la izquierda, la escena de la Oración de Jesús en el Monte de los Olivos y, a la derecha, la escena del Santo Entierro. Las otras dos escenas se han perdido.

Esta talla permite abordar las consecuencias que el Concilio de Trento tuvo en la iconografía religiosa. Celebrado a mediados del siglo XVI, supuso un brusco cambio para la historia de las mujeres, que vieron reducida su libertad y padecieron un mayor control de sus cuerpos. La perfecta casada, obra de fray Luis de León, resume bien este nuevo ideal. Como consecuencia del Concilio, se reformula la iconografía. En estas, y en otras muchas tallas, se sustituyeron representaciones discutidas por mostrar en su vientre a la Santísima Trinidad, considerado casi una herejía, por otras más acordes con un papel subordinado de María. En otras ocasiones, directamente se borraron las escenas o se inutilizaron sus puertas.

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