Niñas y niños griegos compartieron juegos y juguetes como éstos. También compartieron la educación hasta los siete años, pero su vida posterior fue completamente distinta y opuesta. Los griegos imaginaron que el tiempo masculino era lineal y en continua evolución, mientras que el femenino era cíclico y discontinuo. La mitología expresa bien este hecho.
Odiseo vive aventuras continuas y su esposa Penélope, por el contrario, teje de día lo que deshace de noche en un círculo sin fin. Sus vidas están en perfecta correlación con la vida del varón griego, activo ciudadano de la polis, y con la de la mujer, excluida de la vida política, recluida en el hogar para asegurar la descendencia del varón y haciendo siempre lo mismo.
Las mujeres griegas fueron eternas menores de edad que dependían de su padre o marido y eran castigadas si desobedecían a los imperativos del género. Pese a todo, algunas llegaron a ser científicas, como Hipatia; filósofas, como Diotima; intelectuales, como Aspasia o poetas, como Safo, quienes salieron del tiempo circular femenino y decidieron su futuro, contribuyendo a la cultura de su época.