La mezcla y contacto cultural que se produjo en la península ibérica tuvo repercusiones más allá de los Pirineos. La cultura medieval hispánica fue un referente en Europa en muchos de los ámbitos del conocimiento científico y técnico, principalmente gracias al impulso procedente de Al-Ándalus en disciplinas como la filosofía, astronomía, matemáticas, medicina o literatura. El enorme legado escrito andalusí, aun siendo tan solo una pequeña muestra de todo lo que se compuso, es testimonio de la gran importancia que se le daba en el ámbito social, intelectual y espiritual al conocimiento y a la transmisión de saberes.
Los primeros contactos con el resto de Europa se realizaron a través de los mozárabes de la marca hispánica y el canal monástico, pero las vías de pensamiento comenzaron a fraguarse vinculadas sobre todo a la traducción, cobrando esta especial importancia alrededor del siglo XII, cuando eruditos peninsulares y europeos, tanto cristianos como judíos o musulmanes convergieron en las escuelas de traducción, donde destaca la de Toledo. Estas escuelas se configuraban como centros de enseñanza con acceso a las obras en árabe que eran traducidas al latín o a las diferentes lenguas vernáculas.
De entre todas las ciencias cobró especial importancia la alquimia, donde albarelos, redomas, almireces, sublimadores o alambiques como los expuestos, se emplearon en la materialización de las diferentes fórmulas con fines prácticos como la obtención de colorantes, así como remedios curativos o esotéricos. También destacaron en áreas como la medicina los médicos hispanoárabes, reconocidos en toda Europa. Componían el material básico del médico espátulas, ganchos, tenazas, agujas, bisturíes, tijeras, o varillas, como las expuestas en la vitrina
Los avances en la astronomía fueron de los más destacados. La materialización de estos saberes puede comprobarse en la fabricación de instrumentos astronómico-matemáticos como los astrolabios y cuadrantes expuestos, que serían la base de los desarrollados en el resto de Europa.
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