Este ara o altar portátil es un ejemplo de cómo un elemento clave para la liturgia cristiana podía estar compuesto, no ya simplemente de elementos andalusíes, sino de elementos que recogían influencias y contacto con diversas partes del mundo.
Las placas de marfil que cubren la estructura de madera, aunque probablemente realizadas en el taller de San Millán de la Cogolla, presentan una decoración vegetal y animal (leones, halcones, gacelas y grifos) de estilo claramente islámico, que se ha conectado con los talleres de eboraria de la Cuenca califal. El trabajo del marfil en al-Ándalus, del que ya hemos visto ejemplos tan brillantes como el Bote de Subh, gozó de un enorme prestigio más allá de las fronteras andalusíes. Sus formas y motivos tuvieron una indudable influencia en las producciones cristianas durante siglos, y muchas obras de talleres islámicos, como el propio bote de Subh o la conocida como arqueta de Palencia, fueron reutilizadas en tesoros eclesiásticos cristianos debido a su valor material y simbólico.
Los marfiles no son los únicos elementos islámicos de este altar cristiano. La base inferior del ara* está cubierta por un tejido del siglo XII, formado por dos telas distintas. La tela que ocupa la cavidad central se decora con círculos enlazados, con parejas de grifos o leones alados en su interior, mientras que la tela del borde se decora con medallones lobulados con besantes y rosetas blancas. El estilo de estas telas se ha identificado como de tradición persa sasánida. Los tejidos persas tuvieron una enorme influencia en todo el ámbito mediterráneo, islámico y cristiano, y sus motivos decorativos no sólo se extendieron a diversos textiles, sino que saltaron también a todo tipo de objetos, desde decoraciones arquitectónicas a artes suntuarias.
Marfiles, tela y madera se combinan además en este ara con chapas de filigrana en plata de estilo románico, para dar lugar a un conjunto de armoniosa mezcla de estilos, materiales y épocas.
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