Jueves, 10 de mayo
Conférences
Salón de actos, 12:00Salto de línea Asistencia libre y gratuita
Intervienen:
D. Andrés Carretero (Museo Arqueológico Nacional)Salto de línea Dª Ana Dolores Rubia (Alcaldesa de Peal de Becerro, Jaén)Salto de línea D. Manuel Fernández (Vicepresidente II de la Diputación de Jaén. Diputado de Promoción y Turismo)Salto de línea Dª Ana Cobo Carmona (Delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Jaén)Salto de línea D. Juan Gómez (Rector de la Universidad de Jaén)
Sala de conferencias, 18:00Salto de línea Asistencia libre y gratuita
Conferencia a cargo de Juan pedro Bellón Ruiz (Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén) y Susana González Reyero (Instituto de Historia CCHS-CSIC)
El descubrimiento de la cámara sepulcral del Cerro de la Horca, en Toya (Peal de Becerro, Jaén) se produjo a comienzos del siglo XX en un contexto particular, puesto que la administración del Estado comenzaba a desarrollar los mecanismos e instituciones necesarias para la protección y gestión del patrimonio, una Ley de Excavaciones, promulgada en 1911 que, por otra parte, corrían de la mano del propio 'nacimiento' de la Cultura Ibérica como cultura arqueológica. Es en este ambiente en el que se desarrollan las primeras excavaciones planificadas y controladas por el Estado a través de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades.
En estos años se excava en La Alcudia, Archena, Puig Castellar, Calaceite, Almedinilla, Villaricos y Herrerías, Ampurias, Alcañiz, Galera, Olérdola, Tossal de les Tenalles, Azaila, La Serreta, entre otros sitios, y particularmente en la provincia de Jaén, se desarrollan las intervenciones en los santuarios ibéricos de Castellar y Despeñaperros. También en Toya.
La cámara sepulcral de Toya trasciende, sin lugar a dudas, de su propio significado como enterramiento. Es uno de los primeros 'monumentos' nacionales de índole arqueológica que declara el Estado (1918), es objeto de una intervención paradigmática por parte de Juan Cabré, quien realiza un ingente trabajo de campo fundamentado en la documentación arquitectónica de la cámara y en la recopilación del contexto y materiales que años antes había sido desarticulado. Más tarde, el resto de la necrópolis es sistemáticamente 'excarvada' por Tomás Román Pulido; Cayetano de Mergelina interviene en los años veinte en la zona, recomponiendo la maltrecha cámara de los avatares del tiempo y la codicia. Finalmente, la cámara es restaurada, dándole su aspecto actual en la década de los setenta, no sin abandonar un continuo protagonismo en el discurso sobre la propia cultura ibérica, y particularmente en sus aspectos funerarios.
La cámara ha participado del debate historiográfico sobre la Cultura Ibérica, con influencias griegas, etruscas, púnicas,... y ha sido paradigma de 'lo hispánico', gracias a las tesis propuestas por el maestro Gómez-Moreno.
Su excepcionalidad ha marcado su suerte y su destino. Una estructura que originalmente estuvo pensada para contener, cerrar, un espacio reservado al linaje aristocrático dominante en la Tugia ibérica del siglo IV a.n.e. es hoy un monumento a la diversidad y apertura de la investigación arqueológica.