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Fondo Santa-Olalla

La Bastida y el Campico de Lébor en el fondo documental de Julio Martínez Santa-Olalla

La colección de piezas, documentos y biblioteca de Julio Martínez Santa-Olalla ingresó en el Museo Arqueológico Nacional en 1973 (exp. 1973/58) por compra del Estado español a sus hermanos, después del fallecimiento del primero. Entre todo ello se encontraba un importante fondo fotográfico producto de su trabajo, sus diferentes cargos y relaciones profesionales, así como de sus investigaciones y excavaciones arqueológicas.

Parte de esta colección la componen los fondos documentales pertenecientes a los yacimientos de La Bastida y al Campico de Lébor . Un total de 415 fondos, de los cuales 227 son negativos y 188 sobres de papel, en los que se guardaban originalmente algunos de los primeros.

Los negativos son de base de nitrato de celulosa, de dos formatos, 10x8 y 13x18 mm, y conocidos en la época como filmpack, un sistema anterior al rollo que consistía en un paquete con varios negativos con marco que se extraían uno a uno y se encajaban en la parte posterior de las cámaras. Solamente unos pocos negativos son de formato 35 mm.

Los sobres son también de varios tipos y tamaños, algunos tienen impreso su pertenencia al archivo de Julio Martínez Santa-Olalla y campos en los que se completó a mano el nº de negativo, la fecha, el autor y el asunto, a veces de forma muy sintética y no siempre en la totalidad de los mismos. Otros son simples sobres de papel con una breve indicación manuscrita de su contenido y fecha.

Todos ellos corresponden a las excavaciones que realizó el Seminario de Historia Primitiva del Hombre de la Universidad Central de Madrid, que dirigía Julio Martínez Santa-Olalla, en los años 1944, 1945, 1948 y 1950. De la campaña de 1944-1945, en la que se excavó tanto La Bastida como Campico de Lébor, son la mayoría de los fondos: 191 negativos y sus correspondientes 173 sobres. A la campaña de 1948 corresponden 28 negativos y 15 sobres y, a la última, de 1950, solamente 8 negativos. Con la ordenación del material, su estudio y catalogación, se ha comprobado que la documentación de las distintas campañas es fragmentaria, ya que no existe documentación fotográfica de todas las sepulturas ni estructuras excavadas. Otro importante fondo fotográfico que presumiblemente completaría este, fue donado por Eduardo del Val Caturla a John D. Evans en los años cincuenta del pasado siglo, según comunicó el propio Evans al equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona que actualmente excava el yacimiento.

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