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Sarcófago de Orestes. Monumentos funerarios

Sarcófago de Orestes Pulse para ampliar Sarcófago de Orestes. Sala 21

Hispania romana

El rito de inhumación se impuso a fines del siglo II y se hizo exclusivo en el siglo IV. Las familias romanas poderosas aprovechaban el ritual funerario para hacer ostentación de su posición, por ello, cuanto más adineradas fuesen, mas opulento y lujoso era el cortejo fúnebre, porque el gasto superfluo era una manera de exteriorizar la medida de su dolor y su estatus. También su riqueza decidía la forma de realizarlo, desde un sencillo ataúd de madera a un lujoso sarcófago de mármol decorado con escenas mitológicas o alegóricas, colocados en mausoleos monumentales.

Este sarcófago, de mediados del siglo II, fue importado de Roma por una familia noble y rica que lo expuso en el mausoleo familiar con el cadáver de un ser querido. Frente a la urna, el sarcófago presentaba mayor superficie, idónea para narrar historias sobre los valores y creencias del difunto. En este se narra la tragedia griega de la venganza de Orestes, frecuente en los sarcófagos romanos. En distintas escenas, Orestes, hijo de Clitemnestra y del rey Agamenón, va labrando su trágico final, iniciado al asesinar a su madre y a su amante, culpables de la muerte de Agamenón. Lo presencian todo su amigo Pílades, su nodriza y un sirviente. Tras la venganza, huye acosado por las Furias que le amenazan con la serpiente del remordimiento e iluminan el camino de la persecución con la antorcha. Vencido por la fatiga y los remordimientos, Orestes se refugia en Delfos rodeado por las agotadas Furias e implora la protección de Apolo, que no consigue. Huye hasta Atenas, donde la diosa Atenea decide con su voto su ansiada absolución.

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