“Un buen diseño puede soportar la moda de 10 años.” (Yves Saint Laurent)
Las sandalias fueron un elemento más de la indumentaria utilizada por los agricultores y ganaderos del Neolítico. Éstas, halladas en la Cueva de los Murciélagos (Albuñol, Granada) tienen alrededor de 7.000 años y se han conservado a pesar de la vulnerabilidad de la fibra vegetal con que fueron realizadas: esparto previamente preparado para darle mayor flexibilidad.
Las sandalias responden a un diseño que resultó muy práctico en su momento y también muy actual, pues las necesidades no han variado. Sin duda, podrían encontrarse sandalias similares en cualquier escaparate de nuestras ciudades y no nos resulta extraño: su belleza y utilidad atemporales son el mejor signo de que fueron bien diseñadas. Sorprende que uno de los primeros modelos de calzado cumpliese ya con unas cualidades materiales, formales y técnicas tan acertadas: útil como pocos objetos, respeta la fisionomía del pie y se adapta a ella; sus elementos guardan proporción entre sí y con el usuario; facilita la marcha y protege los pies durante la misma y, por el carácter de sus materiales, se integra con el medio ambiente del que procede.
Son claramente ecológicas. De hecho, en la actualidad, los diseñadores tienen gran responsabilidad con el medio ambiente, lo que ha dado lugar al nacimiento del ecodiseño, preocupado por cuestiones como los materiales, la energía consumida y los residuos generados a lo largo de la producción y de la vida y la muerte de los objetos.
Cuando se contemplan las colecciones de firmas más exitosas de diseño de zapatos, vemos nombres como Manolo Blanhik y, entre sus muchos modelos, se halla una sandalia que sigue partiendo de la suela de esparto que el Neolítico nos legó, ¿cómo un diseño tan antiguo ha permanecido durante tanto tiempo y ha llegado a resultar tan actual?