Las monedas andalusíes evolucionaron con los cambios políticos, hasta llegar a las últimas emisiones islámicas de la Península: las de Muhammad XII (1482-1492), Boabdil para los cristianos, último rey de Granada.
La dinastía nazarí seguía el sistema introducido en el siglo XII por los almohades, deliberadamente rompedor con la tradición andalusí. Los cambios más llamativos fueron la forma cuadrada del dírham de plata y duplicar el peso del dinar de oro, para alcanzar el que teóricamente tenían los dinares de La Meca en época del Profeta. De ahí el nombre que los castellanos dieron a estas piezas, muy apreciadas tanto por musulmanes como por cristianos: “dobla”.
Las doblas granadinas incluyen largos textos en escritura cursiva, entre ellos el lema de la dinastía, el mismo que decora la Alhambra (“Sólo Dios es vencedor”), y la genealogía del gobernante. Gracias a ello es posible conocer el árbol familiar y el orden de los reyes nazaríes, bastante confuso en las crónicas.
Fueron acuñadas en grandes cantidades para hacer frente al intenso comercio internacional y a los frecuentes pagos de tributos a los cristianos en un contexto cada vez más hostil, hasta su absorción por la Corona de Castilla en enero de 1492.