La decoración figurada de esta placa se interpreta como una danza grupal de personas que se cogen de la mano. No se aprecia en estas figuras ningún marcador visual evidente sobre el género o sexo de las personas participantes en esta danza. Este esquematismo puede ser un simple producto del soporte y la convención representativa, pero nos remite también a una sociedad en la que distinguir entre hombres y mujeres en este contexto probablemente no habría sido particularmente relevante.
Estrabón (64 a.C. – 20 d.C.), escritor clásico que en su “Geografía” habla sobre los pueblos prerromanos de la Península Ibérica, indica que “mientras beben, danzan los hombres al son de flautas y trompetas, saltando en alto y cayendo en genuflexión” y que “en Bastetania las mujeres bailan también mezcladas con los hombres, unidos unos y otros por las manos”. Así, mientras en muchas sociedades del Mediterráneo antiguo los danzantes habrían estado separados o quizás diferenciados en función de su género, Estrabón describe una actividad donde estos las líneas de género se desdibujan. El estudio de los distintos pueblos en la Protohistoria nos muestra cómo las construcciones de género dentro de un mismo periodo histórico pueden variar fuertemente de un contexto social a otro.
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