Este estamno del siglo V a.C. aparece decorado con un grupo de simposiastas (participantes en el banquete) vestidos con ropas femeninas. Las barbas los identifican como hombres, pero las ropas que llevan, las sombrillas, los pañuelos en la cabeza, etc., son elementos del atuendo típicamente femenino. Este tipo de iconografía aparece en un amplio conjunto de piezas conocidas como ‘vasos anacreónticos’, que reciben su nombre del poeta lírico Anacreonte, cuya obra se caracteriza por cantar el lujo y los placeres.
El significado de estas escenas es objeto de controversia. Una teoría indica que probablemente representen el komos anacreóntico, el festejo que rodea el banquete. Los participantes serían aristócratas que buscarían distinguirse del resto de la esfera aristocrática recurriendo a la ambigüedad en el atuendo. Algunas investigadoras lo han interpretado como una forma de parodia, mientras que otras proponen que el travestismo en este contexto sería una ‘aproximación regulada a la otredad’, es decir, un escape temporal de las normas culturales permitido sólo en un contexto festivo concreto. En cualquier caso, estas piezas nos hablan de un espacio, más o menos exiguo, de juego y ambigüedad en el ámbito del género.
No es el único espacio donde se cruzan líneas de género. En el teatro, por ejemplo, (ver vitrina contigua) actores varones representaban personajes femeninos. También hay espacios de ambigüedad más sorprendentes, como la boda: en Esparta a la joven esposa se le afeitaba la cabeza y se le vestía con ropas masculinas; en Argos la novia aparecía con barba postiza y, en Cos, el marido se disfrazaba de mujer. Estos exiguos espacios de ambigüedad, sin embargo, no borran la marcada dicotomía de género de la sociedad griega, que rechazaba comportamientos feminizantes en hombres y otras transgresiones de las normas de género fuera de contextos muy específicos.
Planta 2, Sala 36, Vitrina 36.11 >