Estas esculturas de bronce están fechadas entre los siglos V y III a.C. y pertenecen a la cultura Post- talayótica. Representan, de forma muy naturalista, a dos toros adultos y una becerra con cuernos muy desarrollados y elevados en forma de lira. Fueron fabricadas con la técnica de la cera perdida y su interior es hueco. Los cuernos y las orejas se unieron a la cabeza mediante remaches. Los detalles anatómicos se trabajaron a buril y sus cuencas oculares posiblemente estuvieron rellenas de pasta vítrea. Se hallaron en Costitx (Mallorca), en el santuario del Predio de Son Corró, donde estarían fijados sobre fustes de columnas para presidir las ceremonias. En este santuario, a juzgar por los restos hallados en la excavación arqueológica, se debieron de celebrar a cielo abierto rituales religiosos, sacrificios de animales ligados a la fertilidad, consumo de alimentos y libaciones de vino. La presencia de estas esculturas denota que las sociedades autóctonas de las islas Baleares rindieron culto a una divinidad que adoptó la forma y los atributos del toro, es decir, su vigor y fecundidad. Esta creencia y culto tuvieron su origen en las antiguas culturas del Próximo Oriente y del Mediterráneo.