Se conocen diversos instrumentos musicales griegos de percusión. Es el caso, por ejemplo, del tímpano, pandero elaborado con una piel de animal tensada en un bastidor, de los crótalos (krótala) de madera o hueso, y de los címbalos (kúmbala) de metal, instrumentos cuyas partes producían sonido al golpearlas entre sí.
Las primeras explicaciones del origen de la música fueron míticas. En este tema, Grecia asumió relatos tanto de pueblos orientales como de Egipto o Fenicia, todos ellos relacionados con el ámbito religioso. Pero los griegos fueron el primer pueblo occidental en considerar la música como un arte e integrar su conocimiento como parte fundamental de la formación de sus ciudadanos, por lo que se enseñaba a tañer en las escuelas. En Grecia, mousikè se refería no solo al arte de conjuntar sonidos, sino que también comprendía los textos poéticos y la danza que acompañaba al canto. No se entendía una cosa sin la otra. Todo lo relativo a las musas, diosas creadoras de las artes era, por tanto, “músico”. La música debió de alcanzar un grado de desarrollo similar al del resto de las artes, pero desgraciadamente no se han conservado piezas con notación, salvo unos fragmentos de muy dudosa reconstrucción.