Este sarcófago de San Justo de la Vega (León), realizado hacia el año 310, es una de las primeras obras peninsulares que demuestran la cristianización de las élites provinciales hispanorromanas. En sus características formales, continúa la tradición romana pero su iconografía traduce el núcleo de la nueva religión. Desaparece el panteón pagano romano, y la escena de Adán y Eva avergonzándose de su desnudez se sitúa en el centro, rodeada de otras escenas bíblicas.
Este relato fundacional, tomado del Génesis, llegará a la posterior Edad Media en la tradición de los primeros Padres de la Iglesia, que glosarán la idea de una mujer, Eva, creada a partir de una costilla masculina, la de su compañero Adán, lo que fundamentará la subordinación de las mujeres a los varones. Solo al final de la Edad Media surgirá otra tradición opuesta, cuando otras voces, tanto femeninas como masculinas, como fray Martín de Córdoba en Castilla, o Christine de Pizán en Francia, defiendan la mayor excelencia de las mujeres, por ser la última obra hecha por Dios en su Creación, y por tanto la más perfecta, invirtiendo el argumento tradicional.