El Neolítico e inicios del Calcolítico fue el momento en que los seres humanos, además de iniciarse en la agricultura y la ganadería, inventaron nuevos materiales. Es el caso de la cerámica, elaborada a partir de la arcilla. Con ella, se modelaron recipientes que resultaron de gran dureza y resistencia una vez cocidos, y únicos al ser decorados.
Los distintos recipientes fabricados durante este período tienen formas diferentes y cada una de estas formas está pensada para cumplir una determinada función. Así, la olla tiene una boca ancha que facilita la introducción y manipulación de alimentos sólidos o líquidos. La botella tiene un cuello estrecho para canalizar el líquido e impedir que se derrame al servirlo. Sus asas con agujeros permitían, además, colgarla y transportarla. Por su parte, el cuenco tiene forma semiesférica, muy adecuada para contener, servir y comer alimentos. Pero también se elaboraron recipientes más complejos. Es el caso del vaso llamado campaniforme, cuya forma acampanada y rica decoración lo hacen muy peculiar. De hecho, tenía un uso muy especial, como parte de la vajilla utilizada en banquetes rituales y ceremonias.
Muchas de estas cerámicas presentan decoraciones más o menos complejas. Las tres placas redondas expuestas muestran ejemplos de estas decoraciones, características del Neolítico. La primera, con decoraciones obtenidas aplicando pequeñas cantidades de arcilla sobre la superficie del recipiente en forma de pequeños botones, asitas o cordones. La segunda, con decoraciones impresas sobre la arcilla aun tierna, realizadas bien con los dedos o presionando la arcilla con el borde de una concha. La tercera, con decoraciones incisas en hueco obtenidas mediante un punzón o un peine.