Los objetos expuestos pertenecen a distintas épocas, pero tienen un elemento en común: en todos ellos aparece representada una balanza. La balanza ya estaba presente en el antiguo Egipto, asociada al Juicio de Osiris. El difunto, llevando su corazón en la mano, se presenta ante el tribunal de Osiris acompañado de una diosa. Allí, el corazón, depositado en el platillo derecho de una balanza, será pesado, colocando en el platillo izquierdo una pluma, símbolo de la diosa de la verdad, Maat. Thot, con cabeza de ibis, anota el resultado del pesaje, mientras Anubis, con cabeza de chacal, vigila el fiel de la balanza. Osiris, con el cayado y el flagelo como símbolos de autoridad y poder, preside el Juicio junto a su esposa Isis y, a sus pies, la devoradora de corazones con cabeza de cocodrilo espera el resultado. Si el corazón pesara más que la pluma por no haber podido el difunto justificar sus actos en vida, su corazón será devorado y su muerte será eterna.
La balanza como símbolo de la Justicia continuó presente en el mundo clásico, como se aprecia, por ejemplo, en un espejo etrusco en el que aparece el dios Hermes sujetando una balanza en la que pesa a los hombres para decidir su suerte, y en la Edad Media, en la que es frecuente encontrar la imagen del arcángel San Miguel pesando las almas para decidir su salvación o su condena. Durante este tiempo, la balanza continuó asociada a la idea de que el pesaje de las almas precedía a la resolución de su destino.
Este símbolo ha permanecido vigente hasta nuestros días. Desde el Renacimiento, la Justicia se representa habitualmente como una mujer con los ojos vendados, con la espada en una mano, y la balanza, como imagen de equilibrio y equidad, en la otra.