Durante la Protohistoria, se desarrolló el proceso de formación de las sociedades prerromanas de la península Ibérica gracias a los contactos que éstas mantuvieron con otros pueblos, como fenicios, griegos o centroeuropeos. Los objetos expuestos permiten comprender el proceso por el cual una innovación tecnológica favoreció no sólo la imitación y adquisición de determinados recipientes cerámicos exclusivos de la élite, sino también la popularización de las costumbres relacionadas con ellos.
Esta innovación fue la introducción del torno de alfarero en Iberia. El movimiento circular de la rueda del torno y la presión de las manos sobre la arcilla tierna permiten dar forma más fácilmente a los recipientes. Es el caso de los jarros de cuerpo globular y alto cuello realizados a torno por alfareros fenicios, introductores de esta nueva tecnología en la península Ibérica.
Con el tiempo, los alfareros ibéricos adquirieron el dominio en el uso del torno. Los kálathos, recipientes típicamente ibéricos de borde plano, paredes rectas y sencilla decoración pintada, testimonian la calidad que, gracias al torno, alcanzaron los alfareros locales en la elaboración de sus propias cerámicas. De este modo, pudieron producir más cantidad y atender así a una demanda local más amplia.
Consecuencia del proceso anterior, es la imitación de cerámicas griegas, como las crateras importadas desde Atenas, decoradas con bellas escenas pintadas y utilizadas de forma exclusiva por las élites ibéricas para enterrarse con ellas como signo de distinción. Los alfareros ibéricos pronto comenzaron a imitarlas, aunque sin decoración, gracias al torno. Daban respuesta así a un deseo popular de emular a las élites y, al igual que éstas, de enterrarse con recipientes similares.