Este cipo, término utilizado para denominar a las pilastras que conmemoran a un difunto, presenta dos inscripciones: una en su frente datada en el año 1073, escrita en árabe y en la que se dedican unas suras del Corán al visir Abu Umar Musà, y otra fechada entre los siglos XII y XIII, escrita en hebreo en el dorso, cuya traducción sería: Meir hijo de Yahuda Djana. Su alma [está] en el Edén. La peculiaridad de este cipo consiste precisamente en su condición bilingüe, ya que estas reutilizaciones no son frecuentes en el ámbito hispanojudío.
Fue hallado por Rodrigo Amador de los Ríos en las excavaciones que realizó en el Cerro de la Horca en Toledo a comienzos del siglo XX, en una zona limítrofe entre un cementerio de la época Taifa y un cementerio judío ya posterior a la conquista de la ciudad. Como se puede leer en la memoria de dichas excavaciones, el cipo se encontró reutilizado como lápida horizontal de una tumba judía, colocado de tal manera que la inscripción hebrea quedara a la vista y el texto árabe quedase oculto en el dorso, que quedaría apoyado sobre la tierra. Dada la escasez de paralelismos y a la colindancia entre ambos cementerios, este reciclaje de elementos parece responder simplemente a una reutilización de materiales y no a una intención simbólica como sucede con los spolia.
Por otro lado, el hallazgo de este cipo fue clave a la hora de determinar la necrópolis como lugar de enterramiento judío ya que hasta la fecha es el único testimonio epigráfico descubierto en este cementerio, consistiendo por lo tanto en la única prueba material asociada a una tumba que confirme su filiación.
Tanto el hebreo como el árabe se escriben y leen de derecha a izquierda, por lo que tal y como está expuesto en la actualidad se reproduce su posición original.
RECORRIDO