Viñeta de La Ilustración Española y Americana, nº 33, 1872, pp. 520-521
En la llamada Sala del Joyero, sin luz natural, las paredes se revistieron de terciopelo y baquetilla dorada y se construyeron armarios y vitrinas de maderas nobles para las joyas, el tesoro de Guarrazar, las arquetas medievales y la eboraria.