“No puede haber contradicción entre lo bello y lo útil; el objeto posee belleza desde el momento en que su forma es expresión manifiesta de su función” (P. Souriau)
El bifaz es uno de los primeros objetos diseñados y elaborados por el ser humano, resultado de un largo proceso de transformación de una piedra dirigido a obtener, mediante un diseño mental previo, una herramienta con la forma deseada que permitiese a nuestros remotos antepasados resolver ciertas necesidades vitales. Los primeros bifaces se realizaron en África hace 1,5 millones de años y fueron introducidos en Europa hace más de medio millón.
Este bifaz del Cerro de San Isidro (Madrid) tiene una antigüedad de unos 200.000 años. Está tallado por ambas caras, de ahí su nombre de bifaz, para obtener un filo cortante y duradero en todo su perímetro. Se considera un útil multifunción utilizado con diversos fines: cortar madera, despellejar o descuartizar animales, golpear, extraer raíces, etc. La perfección de su diseño responde a una meditada adecuación entre materia, forma y función que denota la capacidad intelectual de los hombres y mujeres del Paleolítico, que pensaron en transformar dicha materia, la piedra, con la intención de producir un objeto útil.
Es, por tanto, reflejo de la importante capacidad creativa e innovadora de los seres humanos y, además, de su capacidad estética, plasmada en la belleza de su forma adaptada a su función, en su perfecta simetría y en la belleza de los materiales elegidos para su fabricación. En este sentido, se ha llegado a pensar que seleccionaban conscientemente las piedras a utilizar. De esta manera, obtendrían no sólo un objeto útil y bello para quien lo creó sino también bello para nosotros y que, incluso, pudo evolucionar hasta convertirse en un símbolo, más allá de su mera utilización como herramienta.
Actualmente, la idea de un práctico filo cortante perimetral como el del bifaz sigue siendo muy útil y ha generado la invención de otras herramientas, como el cortador de pizzas.